Escoger el camino más… largo

Tendemos a escoger el camino más corto, para todo. El método más rápido para ponernos fuertes, el más eficiente para perder peso, el mejor para aprender la habilidad X, aquél con el que obtendremos mejores resultados para sea lo que sea que hagamos.

De esto va el artículo de hoy; reflexionar sobre cómo hacemos las cosas, y aprender a ser un poco más crítico con lo que nos dicen o leemos. Y, si bien lo centraremos en la mejora de las aptitudes físicas, o el desarrollo de la capacidad de movernos (porque de eso va este blog), es aplicable a muchos otros ámbitos.

Cuando veamos palabras como “el método más rápido”, “el más eficiente”, “el mejor”, ya deberían saltar las alarmas. El 80% de las veces estos reclamos esconden un producto, y no hay nada malo en ello, pero por lo menos que seamos conscientes.

Es normal, vivimos en una sociedad en que todo lo tenemos ya. En un click tenemos la última hora de nuestros amigos, encargamos comida que nos llega en menos de una hora, compramos ropa que nos llega al día siguiente, etc. Todo es rápido, los logros de la tecnología y las empresas de transporte, que nos hacen la vida más fácil. Fácil, otra de las palabras que debería hacer saltar las alarmas. Vivir en sociedad a este ritmo, provoca la mayoría de veces un sentimiento de insatisfacción cuando queremos algo y no podemos tenerlo ya.

Desgraciadamente, como especie hoy somos como somos, gracias a millones de años de evolución aleatoria, a la prueba y error de la naturaleza, la selección natural, la adaptación al medio. Y digo desgraciadamente, porque esto se opone a la sociedad actual en que todo lo conseguimos YA.

Mejorar nuestras capacidades o habilidades, no podemos hacerlo de hoy para mañana. Es importante medir el progreso, si hay o no hay, e intentar analizar el por qué.

Para medir un progreso, debemos comparar nuestra situación actual respecto a una situación anterior. Debes compararte a ti mismo respecto a tus objetivos, y no compararte con los demás.

El proceso de prueba y error lleva intrínseco un aprendizaje. Y al analizar el progreso, que es cuantificable, no solemos tener en cuenta las lecciones aprendidas. Esto es un error, ya que si bien el proceso que estamos siguiendo puede no ser el adecuado (para nosotros, en este momento concreto), lo que hemos aprendido nos va a acompañar toda la vida. Así pues, tener en cuenta que ciertos fallos que no los volverás a cometer, sí forma parte de tu evolución. ¿Cómo comparas el conocimiento que tienes de ti mismo ahora respecto al que tenías antes? ¿Cómo comparas la lecciones aprendidas respecto sobre cómo afrontar situaciones u objetivos?

Aquí es cuando entra en juego el “camino más largo”. Siempre hemos oído eso de que “lo importante es el camino”. Y es que la sabiduría popular, es sabiduría por algo. El camino más largo es el camino de la prueba-error, la observación, el análisis, el aprendizaje. Y quizá lo más importante de todo, tu individualidad. Sólo tú eres tú. Sólo tú tienes tu pasado, tus condicionamientos sociales y culturales, tus pensamientos positivos y negativos respecto el mundo y respecto de ti mismo, sólo tú tienes más o menos confianza en ti, sólo tú afrontas las cosas a tu manera, sólo tú conoces tus dolores, tus lesiones, tus altibajos, tus alegrías, tus problemas familiares, etc. Porque sólo tú eres tú. Y por todo ello, tu proceso en lo que sea, es individual. Y todo lo anterior influenciará tu progreso hacia esos objetivos, seguramente en mayor medida que el propio entrenamiento que sigues religiosamente todos los días.

¡Cuidado! con esto no me refiero a que tienes que investigar y aprender todo por tu cuenta. Me refiero a que tienes que desarrollar un pensamiento crítico alrededor de aquello que haces, que lees, que oyes, que te aconsejan.

Evidentemente si quieres aprender Kung-Fu sin tener ni idea, lo más adecuado es ir a tomar clases con un profesor de Kung-Fu. Toda la información que recibas en esas clases, deberás interpretarla, interiorizarla y practicarla para que forme parte de tu experiencia, y por tanto de tu conocimiento.

Sólo con práctica y experimentación, la teoría se transforma en conocimiento, para bien y para mal.

Y por práctica y experimentación no me refiero a probar algo durante un par de días, sino dar una oportunidad al método que estás siguiendo, por lo menos durante varias semanas o meses. En realidad, estoy seguro de que todos los métodos funcionan, solo que la gente no los sigue con constancia y regularidad durante suficiente tiempo.

El cuerpo se adapta a las demandas que se le imponen, pero este es un proceso lento.

Algunas habilidades requerirán practicar diariamente durante un año… sólo para terminar dándote cuenta de cómo no debías hacerlo. Y es que el 99% de las veces, la persona que tienes en frente (profesor, entrenador, coach, o lo que sea) no tiene ni idea de lo que pasa por “tu cuerpo” cuando intentas hacer lo que te acaban de enseñar.

Querer aprender movimientos o habilidades complejas sin haber aprendido antes las básicas es un ejemplo de escoger el camino corto. Y habrá quien pueda con ello, sin duda. Pero sobretodo para los que hemos empezado con esto del movimiento a una edad adulta y con muchas horas de estudio y oficina en las espaldas, no es la opción aconsejable. Hay que tomar riesgos, pero controlados. Tenemos que valorar el proceso y el aprendizaje. Tenemos que pararnos más a observar nuestro cuerpo.

Para avanzar entonces, nunca dejes de moverte hacia tus objetivos. Tu mejor filosofía será la paciencia, la “no prisa”, la constancia, y sobretodo una actitud positiva hacia tu práctica sean cuales sean los resultados. A no ser que seas atleta de élite y tengas que competir, no deberías tener prisa. Con esto no digo que no haya que trabajar duro, no confundamos los términos. No tener prisa no significa no entrenar duro.

Cada cuerpo es un mundo y evoluciona a una velocidad diferente, incluso bajo las mismas demandas (mismo entrenamiento).

Como apelaba hace unos días mi amigo Marcello, “dejar que otro solucione tus problemas es el camino más rápido para… no aprender nada”.

Así pues, tanto si acabas de introducirte en este mundo, como si llevas tiempo metido, escucha tu cuerpo, trabaja duro, ten paciencia y no esperes resultados inmediatos. Es lo mejor que puedes hacer para terminar sorprendiéndote un día de lo que has ido consiguiendo.

Un saludo, y ya sabes, nunca dejes de moverte!

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